El Real Madrid se impusó 2 a 1, con goles de Benzema y Casemiro.
Por Luis Nieto
Ciudad de México, 18 de marzo (SinEmbargo/AS México).- Sometido a un partido en carne viva, frente un Athletic con uñas, dientes y Williams, bajo el fragor de San Mamés, el Madrid arrancó una de esas victorias señaladas en un campeonato. Fue con el mejor Benzema que hayan visto los ojos de la afición blanca, fantástico en todo el campo, rematador, organizador y trabajador. Y también con Casemiro, fabricado para estos partidos de de castigo. Ambos desconfiguraron la estrategia de combate del Athletic y el absentismo del centro del campo del Madrid y de Bale.
Fue un partido de altísima densidad, de aquellos en los que el público acaba tan exhausto como los jugadores. Un partido a la altura del escenario y de la trascendencia de los puntos. Un partido excelso de Benzema, centrocampista, mediapunta, rematador, líder de un Madrid muy expuesto por las bandas pero con una mano de hierro en las respuestas. En Benzema muchas veces quedan disociadas la calidad y la fiabilidad. Un jugador que un día es una cosa y otro la contraria. En La Catedral ofreció una versión muy madura, llevando su brillantez de costa a costa. Le vieron recuperando, pasando y metiendo el gol que abrió el marcador. Pasó de subirse al carro a tirar de él.
El Athletic cumplió con su condición de gran felino en casa, con un buen reparto de papeles: presión avanzadísima y con garras hasta el borde del área del Madrid, seda por las bandas con Williams y Lekue y esparto en Raúl García, al que el Madrid despierta todas sus pasiones, las altas y las bajas. Jaime Latre miró para otro lado en muchas de sus fechorías. Suyas, en cualquier caso, fueron las dos primeras oportunidades. En una de ellas le quitó el gol a Lekue, aunque luego Keylor Navas se enredara en su inocente remate. El Madrid se sintió ante el Vietcong en aquel arranque, pero cuando superó esa primera línea apareció el líder de la Liga. Le anularon por fuera de juego claro un gol a Cristiano, Arrizabalaga detuvo un remate cruzado de Cristiano, Bale también tuvo su opción. En todas estuvo Benzema, blanco móvil al que nunca acertó el Athletic.
EL GOL DE BENZEMA
También en el gol, que llegó en jugada de altísima precisión: pase largo de Casemiro, control y asistencia en dos tiempos de Cristiano y remate suave e inteligente del francés sobre la marcha. Una de esas picaduras mortales tan habituales entre los grandes, más producto del talento de tres futbolistas que de la labor arquitectónica del equipo. Porque el Madrid, aun ganando, no tuvo el partido en un puño. Modric no ofreció continuidad y Kroos lleva muchos partidos gripado. Blandeó demasiado. Benzema fue su encubridor y Casemiro, imprescindible en partidos así, su escudero. Cristiano ofreció disposición, pero donde antes hubo un ejercito ahora sólo queda un gran rematador. Y Bale ha perdido el hilo. En el amanecer del partido quiso ser cuatro centrocampista, pero una cosa es la posición y otra la vocación. No ayudó en la creación ni paró a Balenziaga. Carvajal y Marcelo, como en cada partido en que sale la “BBC”, se vieron expuestos a la metralla.
El paso de los minutos aumentó la ferocidad del Athletic, que siempre volvió la vista a Williams, imparable para Marcelo y para cualquiera que pasó por allí, y Yeray. Por ahí le pareció más vulnerable al Madrid, pero acabó volviendo la cocina tradicional: los balones aéreos. Por ahí empató el Athletic, en centro pasado de Williams (al que Keylor le había negado el gol poco antes con un paradón) y doble cabezazo de Raúl García y Aduriz. El primero, para asistir; el segundo, para apuntillar.
Minutos antes, Zidane asumió una decisión de altísimo riesgo. Valverde metió a Muniain y el francés respondió con Lucas Vázquez para asegurar esa banda a costa de Modric. El Athletic sintió que le ofrecían una salida y la aprovechó para empatar. Pero el Madrid esta temporada también anda alistado a las fuerzas aéreas. Lo que no encuentra con su juego se el aparece en la estategia. Tres minutos después, un córner lanzado por Kroos, lo peinó Cristiano y acabó en Casemiro, en el área pequeña, con Arrizbalaga vencido en suelo y sin nadie en dos metros a la redonda. Un gol de replica inmediata, el cable que necesitaba el Madrid. No le queda otra pared tan poco accesible lejos de casa. La Liga está en sus manos.